sábado, 30 de abril de 2011

Existen marineros


Existen marineros
Existen marineros que jamás vieron la mar,
Esa mar en la que naufragar en la oscuridad
No es tan doloroso como un silencio sin final,
Como ese momento que te sacude sin piedad.

Las niñas del puerto se dejan amar por nada:
Cuatro duros por millones de embreados besos;
Resbalan los sueños en la desnudez callada
Y gimen las sirenas tras los turbios sucesos.

El enmohecido almíbar sobre las tempestades
Se esparce por las arrugas de todo el litoral,
Rellena los poros agotados de mitades
Embelleciendo la espumosa corona floral.

Las dunas se retuercen, se quiebra su lamento;
La sal burbujea entre los poros ateridos
Y no, esto no es algo que se olvide con el tiempo,
Es una condena en branquias de sueños perdidos.

Toda la culpa de lo que no ocurre en mi vida
Son perpetuas galeras exentas de equipaje;
Exhaustas velas ciegas tras una masa herida
Que acompaña a mis entrañas durante este viaje.

¿Gaviotas sobrevolando por nuestras ideas?
No, quedan islas tras esta maldita resaca.
Debe existir un paraíso tras las mareas,
Un remate para esta mirada de alma opaca.

sábado, 16 de abril de 2011

Anatomía del recuerdo.



Anatomía del recuerdo.

En los instantes que tras el paso de mis días pierdo,
Existen autopistas que deceleran al recuerdo,
Llenas de coágulos enmohecidos de pasado
Que enloquecen a las rabiosas hienas de mis neuronas,
Enajenan y hacen retozar mi grasienta masa gris
Por las alevosas y pérfidas ardientes hormonas.

Las madrugadas se entumecen de olvidadas caricias
Dormidas en barbitúricas camas de rojas rabias.
El corazón es un bulbo negro de oscuros rencores
Que erizan a los alveolos de mi eterna soledad.
Rencores que reabren heridas de inciertas pupilas
Naufragando en ceniceros rebosantes de enfermedad.

Mis huesos crujen, revienta el tuétano en cada beso;
Se carbonizan mis pupilas en sus celdas de yeso.
El iris se vuelve una aleación de tapices negros;
Derrotas que esmaltan el frío fulgor de mis miradas,
Derrotas, que han de hallarme en idealizados momentos
Donde aún no soñaba por lujuriosas almohadas.


viernes, 15 de abril de 2011

Elegía




Elegía

Están llorando las óhmicas estrellas de la ciudad,
Las lágrimas se deslizan por el aire con su fuego,
Son como fría lava ardiendo en medio de la soledad.

El cielo es una coraza de carmín metalizado
Y truena al compás de los rubios destellos eléctricos
Que desgarran las ropas del último rincón sagrado.

Se agota el mañana en el rincón borrado de los bares,
El humo ahoga las camas cargadas de cicatrices
Y se esconden las caricias en anónimos hogares.

Por mi mirada tiritan las encrespadas aceras,
Van llenando la calle de sucias burbujas doradas
Que estallan en el horizonte oculto tras las fronteras.

Una vertiginosa cadena de hormigón frente al mar
Donde todo son entradas pero ninguna salida,
Llena de caminos que se dirigen a ningún lugar.

Las efímeras calles se tiñen de una dulce bruma
Que oculta los lascivos portales de los edificios;
Celosos amantes se enredan en su jugosa espuma.

Los callejones con estigmas de deshumanización
Salpican sobre vidriosos mares de quemada plata;
Los vertederos esperan sin esperanza su extinción.

Se amasan en amargos el color de las acuarelas
Que descomponen  las infinitas heridas del reloj
Y la función de ese tiempo perdido por las estelas.

Corren por la carretera galopantes lentejuelas
Que incineran a fugaces rabietas del paraíso
Y aletean furtivamente al paso de las gacelas.

Siguen sin destino las melodías del paraíso,
Son turbias bombas cargadas con gotas de nicotina
Explotando sobre agrios cimientos de triunfo remiso.

Las raíces trepan los cielos surcando una salida,
Una salida que no se encuentra en el frío sustrato
De las arterias de esta gran masa de carroña erguida.
          
Y hay oscuras calzadas llenas de intempestivas derrotas
Que deslizan los fluidos de las ardientes despedidas
Pisoteadas por huellas de desterrados patriotas.

Amores veinticuatro horas se disputan las esquinas,
Barrocos templos de puertas colosalmente cerradas
Y desesperados versos que duermen en oficinas.

Los cansados parques son polvo destilado en barrica;
Las rosas se dejan desflorar por hampones zánganos
Que van olvidando limones cuando algo se complica.

Por esta chorrera ya no cabe ni un solo momento,
Ya no hay instantes en que poder seguir soñando despierto,
Ni un puto rincón en el que poder esculpir el viento…

Quizás mañana aparezca el libre celeste en el cielo
Quizás las tempestades se vuelvan a vestir de blanco;
Siempre nos quedarán las astillas de este triste duelo.

martes, 12 de abril de 2011

Noche


Noche.

Oigo el aire pasar por entre mis párpados
(Es fascínate este carcomido silencio)
Entre oscuras sombras de miembros separados
Y duelos de verbos en el eterno vacio.

A mí alrededor se derrumban las estrellas,
Caen firmamentos saturados sobre el techo
De mis frías consumidas sienes sin huellas;
Un páramo de grises brumas por el pecho.

Mis negros pulmones se llenan de infinito,
De ese infinito que escolta a las madrugadas
Entre espirales de eléctrico humo marchito
Que se esfuma por las leves redes doradas.

Ya no existen vírgenes praderas en mi piel,
La gélida luz ha consumido mis poros.
La noche se llena de retratos color miel;
Se desploman fragmentos de sueños sonoros.

Mis pasos desaparecen en el camino,
Saben que llegaran tarde a ninguna parte;
No tengo prisa por coronar el espino
Y arrebatarle el dulce carmín al dios Marte.

El negro empieza a desteñirse en la persiana;
La ventana se vuelve un ardiente damero.
Es el final, jaque mate de la mañana;
La noche se ha consumido en mi cenicero.

domingo, 10 de abril de 2011

Pretérito de mañana





Pretérito de mañana.


Orgullosas de pasiones fatuas, sueñan las camas
Que vuelan entre las oscuras negras madrugadas
Buscando el amparo de lejanas lunas sin dramas,
Un lugar donde esconder esta sed de puñaladas.

¿Qué hago yo con las espinas de los amaneceres?
¿Con el eco silencioso de lejanos pasados?
Hoy idolatro las palabras forjadas por mujeres
Desnudas con rojos ojos cargados de pecados,
De secos pechos llenos de caries y siempre en verde,
Y oscura piel de aullidos sobre enfermos tejados
Que recuerdan cada mañana quien es el que pierde.

Alma incendiaría que hiela los pretéritos labios,
Seduciendo tras la melopea una gris rosa
De escarcha cargada con la fría masa de usuarios
Que ardían en la noche de sus pupilas en prosa.

El mar se vuelve el sueño de ostentosos galeones
Que suspiran sobre las pálidas cumbres de espuma,
En el triste recuerdo de un revuelo de pasiones,
De sábanas hiladas con la tinta de mi pluma.
Los náufragos se atusan en las islas del futuro;
La lluvia desnuda el anonimato de la bruma
Y chapotean las imágenes en un murmuro.