martes, 27 de septiembre de 2011

La Luna

La Luna
Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
Jorge Luis Borges.

La Luna
Te dibujas en el bullicio del frío mar;
Clara, pura y silenciosa sobre sus crestas.
Te meces con paciencia sobre el triste rimar
De las noches envueltas en amargas gestas.

Luna, lunita luna, charquito de espuma,
Cabellos de plata y lágrimas de sonata.

Luna, esta noche no te vistas con tu manto
De estrellas bordadas en el silencio oscuro.
Luna, esta noche no me engañes con tu canto
De sirena varada en el mar del futuro.

Luna, sueño de una cuna, canción de tuna,
Secretos de un candil y carita de marfil

Si el invierno amarga el anís de las botellas,
Te dejas dulcemente amar por las ventanas
Que con lágrimas escondidas en sus huellas,
Abrazan el recuerdo de ilusiones vanas.

Luna, lunita luna, espejo de la bruma,
Tormenta sensata con rayos de hojalata.

Ya casi no quedan puñales en el techo,
Y este enmelado postdata suena a matinal.
Vuelve hacía atrás, recoge tu cano pecho;
Este gris camino sólo te lleva al final.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Las noche más larga.



Las noche más larga.
Cada vez que acario una quimera, vuelvo con dudas.
Entonces descorcho una botella de afirmaciones
Y me emborracho en un páramo de sombras desnudas,
Donde releo ese instante perdido en los cajones.

Me entretengo con dulces promesas agonizantes,
Llenas de úlceras y abismos atestados de cielos.
Después abriré la puerta y dejaré entrar a un antes,
Y entre estos versos y otras drogas, moriré de celos.

Cuando a tu boca llegue el dulce olor de otras manzanas,
Cuando duerman los cables sobre los fríos tejados,
Yo estaré sudando desnudo sobre otras mañanas,
Abrazado a un futuro de colmillos afilados,

Quizás odiando aquello por lo que nos recordamos
O, tal vez, contemplando el silencio de las estrellas…
Y tras veinte euros convertidos en unos gramos,
Me dejaré amar por el sendero de tus huellas.

La madrugada se cierne en un tropel de cortinas,
En fotos de carnet manchadas con sucias lágrimas
Que brotan del rincón donde navegan las espinas;
Esta noche todas las rosas parecen víctimas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Mañana



Mañana
Mañana me voy
Mañana puede ser que ya no vuelva,
Que todo acabe, y que nada quede.

Mañana, aún temprano, marcharé soñando
Y vendré a saludarte ahogado en espuma,
Con el color de una fría noche sin luna.

A la hora de partir no miraré atrás,
Sólo al pasado.
Cuando me vaya no habrá lágrimas,
Sino eternidad.

Por el sendero del infinito dejaré mis ropas,
Olvidaré al despropósito de versos sin carmín
Que atormentan a mis labios sin tus labios.

Y los secretos de sumario volarán libres de cargos,
Se mezclarán con el humo del cigarro que jamás encenderé,
Aquel con el que logré derrotar a un sueño de sábanas.

El sol será una farola que alumbre la noche en las esquinas
Y entonces, sólo entonces, podré afirmar que he vivido
Y que tú no has sido el cimiento de mis días, de mis horas,
Pero que has desarmado con cada silencio mis negras noches.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Sucede


Sucede.

Sucede que mis ojos ya no saben mirar,
Y que mi voz y mi boca se hallan de bronca.

Sucede que la vida se va en la mañana
Con las legañas al romper el horizonte.

Se retuercen las sirenas en las esquinas
Donde la imaginación se pierde en escotes,
Mientras se desnuda un amanecer carmesí
Abrazado al sofoco triste de mil trotes.

Sucede que las huellas están ya cansadas
De perseguir los pasos hacía el futuro.

Sucede que mis dedos rozan otros labios
Y que tu dulce silencio ya no me escucha.

Me ahogo perenne sobre un vaso con hielo,
Frente a los ecos crápulas del televisor,
Con el amor de saldo agotado en minutas
Y este verso tiritando en el retrovisor.

Sucede que los espejos cambian de estación
Y mis negras pupilas llegan siempre tarde.

Sucede que fuera la frágil calle calla.
Sucede que no sucede nada y me pierdo.

Los bancos descansan cubiertos de cenizas
Y silente gira una colilla encendida.
Las horas caen como rayos espectrales;
Se hace tarde en esta desalmada avenida.

Sucede que me canso de ser humanidad,
De buscar principios y encontrar despedidas.

Sucede que estás palabras no son benditas
Y que mientras todo nace, tú te marchitas.

Tengo el tímpano intoxicado de palabras,
El paladar infectado de mendicidad
Maltratada a las puertas de la madrugada
Y el recuerdo enfermo de irascible eternidad.

Sucede que me canso de amar y de esperar
A que un próximo aciago día sea mejor.

Sucede que la noche me devora en sueños
Y que los sueños siempre me conducen a ti.