jueves, 29 de diciembre de 2011

No es noticia



No es noticia.
No es noticia que la televisión no diga nada,
Ni que la noche ande perdida por entre las calles.
No es noticia que la sangre de ratas con corbata
Esté ahora, más que nunca antes, fría, congelada.

Ya no se valoran esos minúsculos detalles
En donde la madrugada es un damero de ajedrez
Con un jaque constante sobre una afilada luna
Y la paz reina en el ir y venir de la inmadurez
Que escupe en cada sinapsis ajena a la fortuna.

No es noticia que suden entre los asientos de atrás
El rimmel triste de negras sombras con grandes ojos
Y el amor de niños de papá en los Ferraris rojos.
No es noticia que se escarché la luz de las farolas,
Ni que haya un tiroteo en el gris lavabo de algún bar.
Ya no hay ladrones de besos que cabalguen las olas
Y que al alba naufraguen en las minutas de la mar.

Me cansa que me digan lo que sucede en Moncloa
Cuando siquiera sé que es lo que ocurre ante mis ojos.
La vida es más que perseguir al mascarón de proa.
La vida es algo más que amargas braguetas con piojos,
La vida es… algo oscuro, superfluo y relativo.
Me gusta que me reprochen que la cosa no es así,
Y a la postre, cada uno de aquellos, me mire altivo,
Con desprecio, pero sabiendo que todo esto es así.

No es noticia que esté por las nubes la gasolina,
Ni que el cemento sea el color de esta negra ciudad.
No es noticia que estén en huelga las caricias con amor.
Ya no me sorprenden las calles faltas de humanidad,
Los taxis libres de pasaje, las camas vacías,
La estúpida guerra especulativa en las aceras
No es noticia que el despido sea el pan de los días,
Ni que aparezca el hambre en hordas de endebles pateras.

Portadas asesinas infectan los efímeros
Desayunos ricos en grasas en el bar de abajo:
No hay café sin atentados en la ocupada Bagdad,
Ni tostadas sin sabor a otro lunes sin trabajo.

No es noticia que seamos títeres de nóminas
Cargadas de reducciones y mañanas heladas.
No es noticia que amanezca siempre de madrugada.
No es noticia que el amor ya no sea cosa de dos.
No es noticia que tanta mar sea toda salada.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Una mañana de otoño.

La carne vuelve al polvo como la mañana al día.
No es que no sepamos la verdad sobre la luz del sol,
Pero sólo amamos sus azotes entre la niebla,
Cuando el sedoso algodón es una masa de etanol.

Esta mañana de otoño no hay niños en la escuela,
Las señoras con carrito transportan la rutina
De huevos, pan, cebollas y dos de azúcar en el café,
Un vetusto álbum de anhelos y vuelta a la cocina.
No es ésta la vida que las  princesas de los fuegos
Soñaron cuando retozaban entre los espliegos.

Esta mañana de otoño no hay Armanis en Mercedes,
Ni una tupida Amazonia de enjaezadas plumas
Con pupilas de diamantes y un corazón de paredes
Con chirriantes ecos ocultos entre las brumas.
No hay fieros semáforos en rojo que logren parar
El balanceo de las faldas de las niñas guapas;
Lo sé, no hay quien sepa como poder decirles que no
A rosas con coletas que se escapan de los mapas.

Ni la fuente sabe de aranceles al amanecer,
Ni los pájaros, ni el quejido de amores vencidos,
Nadie sabe de las putas cuando muere la noche
Y vuelven ebrios de miasmas con pasión los maridos.

Esta mañana de otoño no hay terror en su rostro;
Hace ya horas que descansa la lluvia en la ventana.
Temo por el provenir de los famélicos versos
Que adornan los escaparates de la voz lejana
Ahogada entre eriales perdidos en los reversos.
Recuerdo con nostalgia el amor en las escaleras
Mientras la madrugada se cernía a sus caderas.

Esta mañana de otoño no hay lágrimas tendidas
De las cuerdas del quinto piso de la desolación
En donde la noche es más clara y el otoño se escapa;
La muerte sigue soñando en el andén de la estación.
Y los mendigos en la entrada del supermercado
Cierran su negra mano a un suntuoso purgatorio,
Sin otro fin que el de llevarse un estéril bocado.

Y trajes con bigotes se proclaman victoriosos
En esta guerra de activos y firmas de notarios.
Saben que están ahogados en fondos sin pensiones,
Como barco de papel al acecho de corsarios
Cansados de verse perdidos en sus pretensiones.

Esta mañana de otoño no hay tinta ni lírica,
Y diciembre me queda tan grande como la vida.
Esta mañana de otoño no hay trenes cercanías
Ni druidas que vendan ningún billete de sólo ida.
No seré yo quien calme la fiereza del estrecho
Si este mar estalla en millones de átonos átomos.
No seré yo quien espere a la ventisca del pecho
Mientras los demás siguen perdidos en el páramo.
Sé que en mi mente los negros pecados piden piedad.
No, no seré yo quién esconda el otoño de esta verdad.

martes, 6 de diciembre de 2011

Afuera hace frío y crece la madrugada



Afuera hace frío y crece la madrugada.
Afuera hace frío y crece la madrugada;
Yo me arrullo en las brasas de la chimenea
Y cuento las ráfagas que escupen los coches,
Que escapan de la fiereza de la marea.

Si discuto mis juramentos, mis recuerdos,
Si los oprimo y los agarro de los pelos,
Siempre sucede lo mismo, nada de nada.
Entonces me encomiendo a los frágiles cielos
Y busco en el tumulto del gélido invierno
Una solución a mis miedos más profundos.
Me enfundo en el febril lamento del infierno,
Abro el cajón de la página en blanco y callo,
Y engendro un silencio atronador de pan tierno
Que amaso con versos cargados del pánico
Extraído de los jardines de odio eterno,
Y horneado en un horno de fuego lírico.

Y si escapo de las miradas fortuitas,
No creas que es más que simple casualidad;
Sé que existe un extraño orden intrascendental
Que urde un efímero sepulcro de eternidad.

Estoy enfermo de pactos tácitos que escribo
En las paredes de tormentosas retinas
Que me insultan y espían mis rubios amores
Enredadas en un colapso de cortinas.
Pierdo en el callar de las calles el dinero,
Y retozo con contenedores de versos
En negras madrugadas que yo ya no espero.
En los charcos se abrigan las frías estrellas
Y la noche sueña entre farolas de acero
Que esculpen con su agria lujuria las espinas
De una roja luna enfrascada en el corazón
Del eterno constante de un vaivén de esquinas.