viernes, 13 de enero de 2012

Retórica inconclusa



Retórica inconclusa.

Esta gris noche de gélidas ventanas apagadas
Inunda la oscuridad de la pena impresa en mi cama.
Hace horas que busco la paz de neuronas desgraciadas,
Inmersas en plúmbicos recuerdos con sabor a drama.

¿Por qué siempre hay tanto pasado que volver a recordar?
¿Cuántas lágrimas se necesitan para ahogar al mar?
¿Por qué siempre quedan heridas imposibles de cerrar?
¿Qué necesitan las estrellas para dejar de llorar?

He soñado en un silencio de rosas enmohecidas
Que la madrugada empujaba a estratos de gris ceniza
Relinchando en negras ráfagas de airadas despedidas.
Después he encendido un par de viejos y dulces recuerdos,
Pero ya no eran ni tan dulces ni tan viejos como antes.
Sí, puede ser que la vida sea sólo algo para cuerdos
Y no para cómplices de un sino enfermo de mutantes
Que tropiezan una y mil veces en perdidos futuros
Donde la memoria es la única que traspasa los muros
De este tiempo en que nuestras miradas son siempre distantes.

No quiero regocijarme en los lamentos del planeta,
Ni en los gritos rabiosos que blasfeman desde el púlpito,
Ni en la mañana que resbala en los ojos de un poeta.
No quiero saber de retórica escondida en cajones,
Ni de voces apocalípticas que ensucian la nada.
No quiero saber de ábacos marchitos en los balcones,
Ni de inconfesables amores de pólvora mojada.

Quiero saber que hay más allá de la chistera y el conejo.
Quiero saber la verdad sobre las líneas de mi frente.
Quiero la verdad sobre aquello que refleja el espejo
Cada vez que las pupilas se clavan bajo mi mente.

Y desde la pared hay un reloj que asustado me mira
Preguntando siempre el por qué de tantas y tantas vueltas.
Girando sus agujas se va llenando de mentira
Que avisa que pronto volverán las horas disueltas
En atómicas huellas que naufragan enfermas de ira

Nada, es nada lo que me importa si diluvia esta noche.
Me da igual que Rapunzel se suelte su rubia melena
En el desmerecido asiento de atrás de un viejo coche,
Que no hubiese habido postre después de la última cena
O que al usurero del tercero le asalten las deudas.
Nada, es nada lo que me importa si lloran las aceras,
Si estallan rayos de claveles sobre pieles denudas.
Nada, es nada lo que me importa si tú ya no me esperas.