lunes, 26 de agosto de 2013

La ciudad


La ciudad


La ciudad parece un infierno de blancos ángeles;
Sepelios de vados permanentes y gas butano
Que sueñan bajo cuarteados techos de cárceles.

El aleteo de los aires acondicionados,
Esos truenos fustigadores de cada verano,
Hace tiritar a las estrellas en los tejados.

La madrugada se arrastra como un cadáver frío.
Las calles son miserables huellas a contra mano
Que tropiezan en disyuntivas de aspecto sombrío.

Los jardines emergen en silencio en la oscuridad
Y los niños sueñan desahuciados por un romano
Que cumple las órdenes de un Herodes sin navidad.

Una horda de palmeras afila sus glaucos dientes
Mientras arengan sus voces a algún astro lejano,
Como el enfurecido carmín que besa a sus clientes.

Suplican las razones por circuitos poéticos,
Arrastrando por sus tripas lo puramente humano:
La bazofia de desagües y principios éticos.

Hostil se presenta la agonía de las aceras,
La divina luz de las farolas en lo pagano
Y hasta el adiós fingido de todas las camareras.

jueves, 1 de agosto de 2013

Esquinas, respuestas y poesía.


Esquinas, respuestas y poesía.

Aplacar las dudas a golpe de humo y lunas.
Caracolean tristemente las cortinas
En su devenir frenético de frías dunas
Con panzas hinchadas por tantas disciplinas.

Ceniceros cargados de nuevos fracasos.
Vasos que brindan contra la libertad
De neuronas que se confrontan en ocasos
Tan lúcidos como hormonas en la pubertad.

Se atropellan las sirenas de policía
Por avenidas desprovistas de caridad.
Las aceras entierran toda su alegría;
Trote a trote se abandonan a la vanidad.

Hay un negro litoral sobre nuestras cabezas,
Un mar de olas astrales y espumas cósmicas.
El mismo mar en que naufragan las proezas
Que un día nos salvarán de vidas tópicas.

Las sombras desgarradoras de los árboles,
Esos mismos árboles de todas las noches,
Hieren la huella como se graban los mármoles:
Golpe a golpe hasta que se sangran los reproches.

Machaco el perfume de viejas imágenes,
El dulce aroma corrompido de recuerdos
Que no son más que sucias mentiras vírgenes
En páramos diseñados por los más cuerdos.

Arrastro mis negras e incendiarias miradas
Hasta lo más profundo del vacuo pasado,
A ese estercolero de besos y estacadas
Que brotan después de consumar el pecado.

Me silencio justo debajo de un latido
Que blasfema contra cualquier fútil caricia.
Rumio mis lágrimas sin saber el sentido
Y, si es preciso, lucho contra la justicia.

Pero en mi yo más culpable busco razones,
Trenzo mil conspiraciones contra la lírica
Y dejo que el dolor arrastre esas canciones
Que llenan de frío plomo toda lógica.

Son ecos deformados todas las respuestas,
El plenilunio de versos llenos de errores;
Palabras que han resuelto subir sus apuestas
Y asesinar hasta a sus propios creadores.

La madrugada se enraíza en mis costillas
Y ahonda con dulce violencia en mis pulmones.
Mariposas tristes bailan en las bombillas.
Las sombras vuelven a desafiar los rincones.