Perdamos el temor al fracaso.
Las estrellas encienden la llama
Que arrebata el trote de Pegaso.
Dejemos de lado las palabras
Y escuchemos el negro silencio
De espídicas ráfagas macabras.
Hablemos sin decir nunca nada;
Sobre la destreza de la cama
Maúlla una oscura madrugada.
Déjame que explore tu viñedo,
No trates de pertrechar la guerra
Si conseguimos perder el miedo.
Sudemos esta dulce tormenta
Embadurnados de nuestra lama,
Desgarrando nuestra boca hambrienta.
Acomodemos besos ardientes
Entre cada uno de nuestros poros.
Y cambiemos caricias urgentes.
Las sábanas sangran fantasía
Destilando una gloriosa trama,
Pero esta guerra no es poesía.
