jueves, 29 de diciembre de 2011

No es noticia



No es noticia.
No es noticia que la televisión no diga nada,
Ni que la noche ande perdida por entre las calles.
No es noticia que la sangre de ratas con corbata
Esté ahora, más que nunca antes, fría, congelada.

Ya no se valoran esos minúsculos detalles
En donde la madrugada es un damero de ajedrez
Con un jaque constante sobre una afilada luna
Y la paz reina en el ir y venir de la inmadurez
Que escupe en cada sinapsis ajena a la fortuna.

No es noticia que suden entre los asientos de atrás
El rimmel triste de negras sombras con grandes ojos
Y el amor de niños de papá en los Ferraris rojos.
No es noticia que se escarché la luz de las farolas,
Ni que haya un tiroteo en el gris lavabo de algún bar.
Ya no hay ladrones de besos que cabalguen las olas
Y que al alba naufraguen en las minutas de la mar.

Me cansa que me digan lo que sucede en Moncloa
Cuando siquiera sé que es lo que ocurre ante mis ojos.
La vida es más que perseguir al mascarón de proa.
La vida es algo más que amargas braguetas con piojos,
La vida es… algo oscuro, superfluo y relativo.
Me gusta que me reprochen que la cosa no es así,
Y a la postre, cada uno de aquellos, me mire altivo,
Con desprecio, pero sabiendo que todo esto es así.

No es noticia que esté por las nubes la gasolina,
Ni que el cemento sea el color de esta negra ciudad.
No es noticia que estén en huelga las caricias con amor.
Ya no me sorprenden las calles faltas de humanidad,
Los taxis libres de pasaje, las camas vacías,
La estúpida guerra especulativa en las aceras
No es noticia que el despido sea el pan de los días,
Ni que aparezca el hambre en hordas de endebles pateras.

Portadas asesinas infectan los efímeros
Desayunos ricos en grasas en el bar de abajo:
No hay café sin atentados en la ocupada Bagdad,
Ni tostadas sin sabor a otro lunes sin trabajo.

No es noticia que seamos títeres de nóminas
Cargadas de reducciones y mañanas heladas.
No es noticia que amanezca siempre de madrugada.
No es noticia que el amor ya no sea cosa de dos.
No es noticia que tanta mar sea toda salada.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Una mañana de otoño.

La carne vuelve al polvo como la mañana al día.
No es que no sepamos la verdad sobre la luz del sol,
Pero sólo amamos sus azotes entre la niebla,
Cuando el sedoso algodón es una masa de etanol.

Esta mañana de otoño no hay niños en la escuela,
Las señoras con carrito transportan la rutina
De huevos, pan, cebollas y dos de azúcar en el café,
Un vetusto álbum de anhelos y vuelta a la cocina.
No es ésta la vida que las  princesas de los fuegos
Soñaron cuando retozaban entre los espliegos.

Esta mañana de otoño no hay Armanis en Mercedes,
Ni una tupida Amazonia de enjaezadas plumas
Con pupilas de diamantes y un corazón de paredes
Con chirriantes ecos ocultos entre las brumas.
No hay fieros semáforos en rojo que logren parar
El balanceo de las faldas de las niñas guapas;
Lo sé, no hay quien sepa como poder decirles que no
A rosas con coletas que se escapan de los mapas.

Ni la fuente sabe de aranceles al amanecer,
Ni los pájaros, ni el quejido de amores vencidos,
Nadie sabe de las putas cuando muere la noche
Y vuelven ebrios de miasmas con pasión los maridos.

Esta mañana de otoño no hay terror en su rostro;
Hace ya horas que descansa la lluvia en la ventana.
Temo por el provenir de los famélicos versos
Que adornan los escaparates de la voz lejana
Ahogada entre eriales perdidos en los reversos.
Recuerdo con nostalgia el amor en las escaleras
Mientras la madrugada se cernía a sus caderas.

Esta mañana de otoño no hay lágrimas tendidas
De las cuerdas del quinto piso de la desolación
En donde la noche es más clara y el otoño se escapa;
La muerte sigue soñando en el andén de la estación.
Y los mendigos en la entrada del supermercado
Cierran su negra mano a un suntuoso purgatorio,
Sin otro fin que el de llevarse un estéril bocado.

Y trajes con bigotes se proclaman victoriosos
En esta guerra de activos y firmas de notarios.
Saben que están ahogados en fondos sin pensiones,
Como barco de papel al acecho de corsarios
Cansados de verse perdidos en sus pretensiones.

Esta mañana de otoño no hay tinta ni lírica,
Y diciembre me queda tan grande como la vida.
Esta mañana de otoño no hay trenes cercanías
Ni druidas que vendan ningún billete de sólo ida.
No seré yo quien calme la fiereza del estrecho
Si este mar estalla en millones de átonos átomos.
No seré yo quien espere a la ventisca del pecho
Mientras los demás siguen perdidos en el páramo.
Sé que en mi mente los negros pecados piden piedad.
No, no seré yo quién esconda el otoño de esta verdad.

martes, 6 de diciembre de 2011

Afuera hace frío y crece la madrugada



Afuera hace frío y crece la madrugada.
Afuera hace frío y crece la madrugada;
Yo me arrullo en las brasas de la chimenea
Y cuento las ráfagas que escupen los coches,
Que escapan de la fiereza de la marea.

Si discuto mis juramentos, mis recuerdos,
Si los oprimo y los agarro de los pelos,
Siempre sucede lo mismo, nada de nada.
Entonces me encomiendo a los frágiles cielos
Y busco en el tumulto del gélido invierno
Una solución a mis miedos más profundos.
Me enfundo en el febril lamento del infierno,
Abro el cajón de la página en blanco y callo,
Y engendro un silencio atronador de pan tierno
Que amaso con versos cargados del pánico
Extraído de los jardines de odio eterno,
Y horneado en un horno de fuego lírico.

Y si escapo de las miradas fortuitas,
No creas que es más que simple casualidad;
Sé que existe un extraño orden intrascendental
Que urde un efímero sepulcro de eternidad.

Estoy enfermo de pactos tácitos que escribo
En las paredes de tormentosas retinas
Que me insultan y espían mis rubios amores
Enredadas en un colapso de cortinas.
Pierdo en el callar de las calles el dinero,
Y retozo con contenedores de versos
En negras madrugadas que yo ya no espero.
En los charcos se abrigan las frías estrellas
Y la noche sueña entre farolas de acero
Que esculpen con su agria lujuria las espinas
De una roja luna enfrascada en el corazón
Del eterno constante de un vaivén de esquinas.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Confesiones de un soneto

Confesiones de un soneto

Yo no soy ni seré nunca un poeta.
Los estúpidos versos que yo escribo
Son sólo puñales de lo que vivo.
Mi rima está totalmente obsoleta.

Afilo en mis miedos la alevosía;
Las metáforas son artes malditas
Que reviven a las rosas marchitas.
Yo siquiera sé que es la poesía…

No busco vuestro reconocimiento,
Ni que llenes tu inmensa librería
Con palabras que viajan en el viento.

Sólo espero gaviotas en el cielo,
Un pecado que amar día tras día
Y un cajón con labios de terciopelo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Príncipes y Magdalenas



Príncipes y Magdalenas.

Esta madrugada el frío es de acero;
He subido a soñar a la azotea,
A ordenar las estrellas en el cielo
Y a escuchar el lamento de la noche.

La nocturna linfa lunar chorrea
Sobre la escarcha de un oscuro coche
Donde el amor es un aguijón de hielo
Clavado en las faldas de las prójimas
Que cansadas de tiempo y de lágrimas,
Se hunden en las babas de otro fantoche.

Las piedras hierven con la espesa llama
Que escupe el estornudo de un mechero
En el parque de los sueños vencidos,
Donde la calma huye en una humareda
De onírica paz de cielos fundidos
Que aúllan por una estelar vereda.

Con el foco artificial de un lucero,
La luna se esconde de las antenas
Que cuelgan de los lustrosos palacios
Repletos de sagaces hordas de hienas,
Latente carroña sin sentimientos
Guiada por infinidad de prejuicios.

Se podía masticar la humedad
Que susurraba el humo del cigarro.
Los besos erizaban las costillas
En la nocturna ventana del tercero
Y la melodía oculta en el barro
Se deshacía en las frías cosquillas
Que acariciaban el dolor certero
De una súplica que ardía en el cielo.

Cuando se desplomó la puerta de atrás
Ondeaba el silencio de un billete
Manchado con el lamento del carmín
Borrado con sacrílegas caricias.
Ella esperaba perdida un jinete
Que hiciera olvidar sus agrias memorias
De madrugadas bajo una farola
Y de miedos más tiernos que su vida.

“Pobres de ellas” murmuran las vecinas
Mientras las observan en las esquinas.

Los príncipes no aman dulces princesas
Que olvidan sus besos en carreteras
En que la oscuridad se hace aún más negra.

Piensan que la mar es un paraíso
De cruceros que atracan en Mónaco.
No saben del hambre de las pateras
Ni del dictador fuego maníaco
Que domina la ilusión del África.
No conocen el frío de Siberia,
Ni los bombardeos de Palestina.
Ellos saben de viajes en Iberia
Y de champán después de la lubina.

Los príncipes no aman a las fulanas
Que olvidan sus labios en otras guerras.
Los príncipes no saben de mañanas,
No saben de la lluvia ni del frío.
No saben lo que valen estas perras.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Versos de Amor y Cemento


Versos de Amor y Cemento

Un bucle magmático de pestañas,
El balbuceo de las palabras
Y el silencio entre las alimañas

El amor venía herido de nieve
Y por mis lágrimas huía su sangre.
Sus ojos se clavaban entre sombras
Y no existía la calma, sólo hambre.

Desde el vagón despedía a la luna
Que escondía entre las gélidas huellas
De la estación de las mil y una dudas
Un arsenal de besos en botellas
De caricias cada vez más desnudas.

Tras un erial de asfaltados cordones,
Quedan las espuelas heridas de amor
En un taxi que confiesa con rabia
Un humeante fantasma de dolor.
Y un piano peatonal de nostalgia
Es surcado por pérfidos tacones.

El viento mece las tercas antenas
Y en el suelo la noche se hace inmortal.
Tú, caminas con paciencia, con calma,
Y te escondes con pesar bajo el portal
Donde, plantas arriba, aplacas tú alma.

La agonía de la próxima estación
Que se ahoga en negros interruptores,
Rotos en la lucha de una jornada
Que rendida apacigua sus motores.

Conversan los edificios con versos,
Que estrellan quimeras en almohadas
Y recuerdos que requieren reversos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Miedo

Miedo.
Miedo en el cielo,
En las ventanas.
Miedo en los árboles.
Miedo al frío de la soledad,
Al dolor de los rincones.

Miedo y después más miedo.
Miedo con sangre escarchada.
Miedo en el martes y en la cama,
En el aire que pasea en otoño
Cuando se ahoga la almohada.

Y la noche en mis retinas,
Sucias como el petróleo,
Escondida tras las farolas,
Temblando en la espuma
Que sueña sobre las olas.

En el silencio de los cajones,
En la nostalgia de una bombilla.
Miedo en las frías cañerías.
Miedo en la persiana
Cuando desnuda a los días.

Miedo en las golondrinas
Que navegan las mañanas,
Miedo en las carreteras,
Miedo en las miradas,
En el eco de las escaleras.

Miedo al olor a pólvora,
Al estallido y a la sombra.
Al perro del vecino,
Al amor sin heridas
Miedo al dolor sin vino.

Miedo ¿Por qué este miedo?
Miedo al último barco;
Vasos rotos y polvo en las huellas.
Miedo, terror, pánico
Tras la lluvia de estrellas.

Miedo al hambre sin sosiego.
Miedo y, a la tarde, más miedo.
Miedo al fusil y a la bandera
Miedo al Corán y a las catedrales,
A encontrar en unos labios mi frontera

Y beber en charcos llenos de barro;
Llueven hogueras de miedo
Que riegan este “inmundo”.
Carguen, apunten, miedo…
Miedo hasta el último segundo.

domingo, 23 de octubre de 2011

Descarnado

Edward Munch.


Caminos Del Espejo

Pero el silencio es cierto. Por eso escribo.
Estoy sola y escribo.
No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.
Alejandra Pizarnik


Descarnado
Me aterra volver a verte.
Ver que me observas de frente,
con esa mirada inerte
y un silencio incongruente.

Y pasas sobre mis pasos;
El miedo acuño entre mis venas.
Lloran tus cabellos lasos,
largas trenzas de condenas.

Con enorme simpatía
Te elevas por mis espinas,
Danzas en la cobardía
de un cuerpo enfermo de esquinas.

Con calma afilas mis miedos,
tejes un sueño de espumas.
La sangre de los viñedos
se amarga en tristes brumas.

Me acaricias con ternura
Y trotas por pretéritos
Embriagados de locura,
Repletos de parásitos.

Por mi espalda trazas huellas
donde descansa el lamento
Aturdido en las estrellas
que se fragmentan al viento.

Siento tus manos árticas
aplastando mis entrañas;
Dulces promesas trágicas
se empañan en las pestañas.

Tus labios son de otras bocas;
Frío pasado difuso
que hace desgastar las ropas
a un instante aún confuso.

Tañen roncas la campanas
En las horas agotadas.
Ya no adornas las mañanas.
No alumbras las madrugadas.

Tampoco huyes de mis dedos.
Tampoco saltas del vagón.
Te arrullas entre mis miedos
cuando desarmo otro botón.

Veo el rojo en tus retinas;
Me retas con la mirada.
Con tus artes me dominas,
Para qué empuñar la espada...

martes, 11 de octubre de 2011

Tormenta



Tormenta.
Llegar a casa y sentir el eco del llavero
Cuando sollozan los colmillos fríos de acero.

La vetusta puerta grita e interrumpe la calma;
Los goznes se caen de la rima consonante.
Al fondo, el led del teléfono se pierde en su alma;
Madre cree que unos minutos no son bastante.

Y sobre el fregadero, el fracaso de la cena
Con que quise enamorar a otra pobre sirena.

Las escaleras descansan de las sucias huellas
Y las cañerías inician su fecal ritual.
En el cielo hace horas que juegan las estrellas,
Desde el balcón la triste luna me parece igual.

En la luz de las farolas se apaga la noche;
Hay dos labios en el asiento de atrás de un coche.

Son grises cenizas las rosas en el florero
Y las palabras están salpicadas de tinta.
En la mesa, ya no puede más el cenicero…
Acabo otra botella; la luna está distinta.

Apoyada sobre el alféizar de la ventana
La luna se peina para hechizar la mañana.

Creo que pasaré esta gélida madrugada
Aliñando cigarros pegado al ordenador
Y cuando llegue el sueño, buscaré una almohada
Entre las lágrimas gastadas por otro desamor.

La soledad crepita en las puertas de madera
Y la luz se oculta en el rugir de la nevera.

Ahora, las nubes se retuercen en el cielo,
Un fino llanto inundan las calles de la ciudad.
Sus sollozos hacen vibrar los cristales de hielo
Y las zigzagueantes balas bajan sin piedad.

Tengo la madrugada incrustada en las costillas;
Maldito cenicero, ya no cogen más colillas.

Derrotado y ahogado en lacios recuerdos rubios,
Voy errante hacía una cama llena de mentiras.
Tengo el amargo del vino rumiando en los labios,
Tengo la suerte de respirar cuando suspiras. 

sábado, 1 de octubre de 2011

Mientras releo el periódico de ayer.


Mientras releo el periódico de ayer.
Mientras releo el periódico de ayer,
Café y tostadas con sabor a derrota.
El día amanece tras una gaviota
de alas con forma de piernas de mujer.

En la página principal de sucesos,
la muerte de una estrella en el negro cielo:
“Anoche se fundió en el frío hielo
tras una batalla de infernales besos”.

El fracaso del romance de la luna
con las esquinas marchitas de la ciudad,
se enreda con el silencio de una cuna
en donde aún se sueña con la humanidad.

La portada augura que no habrá un mañana,
que la nebulosa de grises cenizas
Amortaja corazones hechos trizas
y que nuestra cama queda ya lejana

Y sigue enferma la sección de contactos:
princesas que huyen con el frío amanecer
y camellos que destrozan los extractos
de un bolsillo en quiebra a punto de padecer.

Las calles corren envueltas en silencio
y los coches callan en hordas de metal.
la mar cae en forma de gotas de cristal
sobre tristes versos que no tienen precio.

Y el espejo está cansado de memoria,
de su ropa interior con aroma a jazmín,
de otra botella acabada sin victoria,
de lágrimas presas en el rojo carmín.

martes, 27 de septiembre de 2011

La Luna

La Luna
Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.
Jorge Luis Borges.

La Luna
Te dibujas en el bullicio del frío mar;
Clara, pura y silenciosa sobre sus crestas.
Te meces con paciencia sobre el triste rimar
De las noches envueltas en amargas gestas.

Luna, lunita luna, charquito de espuma,
Cabellos de plata y lágrimas de sonata.

Luna, esta noche no te vistas con tu manto
De estrellas bordadas en el silencio oscuro.
Luna, esta noche no me engañes con tu canto
De sirena varada en el mar del futuro.

Luna, sueño de una cuna, canción de tuna,
Secretos de un candil y carita de marfil

Si el invierno amarga el anís de las botellas,
Te dejas dulcemente amar por las ventanas
Que con lágrimas escondidas en sus huellas,
Abrazan el recuerdo de ilusiones vanas.

Luna, lunita luna, espejo de la bruma,
Tormenta sensata con rayos de hojalata.

Ya casi no quedan puñales en el techo,
Y este enmelado postdata suena a matinal.
Vuelve hacía atrás, recoge tu cano pecho;
Este gris camino sólo te lleva al final.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Las noche más larga.



Las noche más larga.
Cada vez que acario una quimera, vuelvo con dudas.
Entonces descorcho una botella de afirmaciones
Y me emborracho en un páramo de sombras desnudas,
Donde releo ese instante perdido en los cajones.

Me entretengo con dulces promesas agonizantes,
Llenas de úlceras y abismos atestados de cielos.
Después abriré la puerta y dejaré entrar a un antes,
Y entre estos versos y otras drogas, moriré de celos.

Cuando a tu boca llegue el dulce olor de otras manzanas,
Cuando duerman los cables sobre los fríos tejados,
Yo estaré sudando desnudo sobre otras mañanas,
Abrazado a un futuro de colmillos afilados,

Quizás odiando aquello por lo que nos recordamos
O, tal vez, contemplando el silencio de las estrellas…
Y tras veinte euros convertidos en unos gramos,
Me dejaré amar por el sendero de tus huellas.

La madrugada se cierne en un tropel de cortinas,
En fotos de carnet manchadas con sucias lágrimas
Que brotan del rincón donde navegan las espinas;
Esta noche todas las rosas parecen víctimas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Mañana



Mañana
Mañana me voy
Mañana puede ser que ya no vuelva,
Que todo acabe, y que nada quede.

Mañana, aún temprano, marcharé soñando
Y vendré a saludarte ahogado en espuma,
Con el color de una fría noche sin luna.

A la hora de partir no miraré atrás,
Sólo al pasado.
Cuando me vaya no habrá lágrimas,
Sino eternidad.

Por el sendero del infinito dejaré mis ropas,
Olvidaré al despropósito de versos sin carmín
Que atormentan a mis labios sin tus labios.

Y los secretos de sumario volarán libres de cargos,
Se mezclarán con el humo del cigarro que jamás encenderé,
Aquel con el que logré derrotar a un sueño de sábanas.

El sol será una farola que alumbre la noche en las esquinas
Y entonces, sólo entonces, podré afirmar que he vivido
Y que tú no has sido el cimiento de mis días, de mis horas,
Pero que has desarmado con cada silencio mis negras noches.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Sucede


Sucede.

Sucede que mis ojos ya no saben mirar,
Y que mi voz y mi boca se hallan de bronca.

Sucede que la vida se va en la mañana
Con las legañas al romper el horizonte.

Se retuercen las sirenas en las esquinas
Donde la imaginación se pierde en escotes,
Mientras se desnuda un amanecer carmesí
Abrazado al sofoco triste de mil trotes.

Sucede que las huellas están ya cansadas
De perseguir los pasos hacía el futuro.

Sucede que mis dedos rozan otros labios
Y que tu dulce silencio ya no me escucha.

Me ahogo perenne sobre un vaso con hielo,
Frente a los ecos crápulas del televisor,
Con el amor de saldo agotado en minutas
Y este verso tiritando en el retrovisor.

Sucede que los espejos cambian de estación
Y mis negras pupilas llegan siempre tarde.

Sucede que fuera la frágil calle calla.
Sucede que no sucede nada y me pierdo.

Los bancos descansan cubiertos de cenizas
Y silente gira una colilla encendida.
Las horas caen como rayos espectrales;
Se hace tarde en esta desalmada avenida.

Sucede que me canso de ser humanidad,
De buscar principios y encontrar despedidas.

Sucede que estás palabras no son benditas
Y que mientras todo nace, tú te marchitas.

Tengo el tímpano intoxicado de palabras,
El paladar infectado de mendicidad
Maltratada a las puertas de la madrugada
Y el recuerdo enfermo de irascible eternidad.

Sucede que me canso de amar y de esperar
A que un próximo aciago día sea mejor.

Sucede que la noche me devora en sueños
Y que los sueños siempre me conducen a ti.

lunes, 22 de agosto de 2011

A las dos y veintidós de la madrugada


A las dos y veintidós de la madrugada
A las dos y veintidós de la madrugada,
El cielo se desploma sobre mi habitación.
Contra la almohada reviso las heridas
Y la radio se ahoga en otra triste canción.

Por la ventana se cuela un puñal de estrellas
Que tiritan en el negro de mis pupilas.
La cortina se deja amar por las mentiras
De esta agria noche de farolas intranquilas.

La luna chorrea sobre mis tenues versos,
Sobre las palabras manchadas de cenizas
Donde marchito, silencio el quebrado latir
De este conjunto de retales hechos trizas.

Las paredes están repletas de colmillos
Que vigilan el trazo torpe de mis dedos
Cuando acarician la tinta de los recuerdos
Con los que combato mis astillados miedos.

Por mis venas llevo un cabalgar rabioso
De lunas de miel y espinas de infernal carmín
Retorcidas en el polvo de otro triste adiós,
De las mañanas ajenas a que esto es el fin.

sábado, 20 de agosto de 2011

Niebla (II)


El letargo se había disipado en apenas un instante. Con la vista buscaba alguna pista y de pronto dejaba para ver si se oía algo, nada. Cuando estaba a punto de rendirme, de meterme en la cama, pude escuchar, claramente, el sonido de la piedra de un mechero y el crepitar del papel del cigarro.

Seguí buscando, ahora con más vehemencia, incluso con un poco de enajenación.

“Seguro que tiene unos ojos preciosos, verdes como el rayo de la primavera… y sus labios deben de ser grandes y carnosos, como el fruto del árbol prohibido del jardín del Edén.”

Tras varias ráfagas visuales y algún que otro silencioso relincho de resignación, me di cuenta de que era misión imposible, no había posibilidad de hallar a aquella mujer en medio de aquella bruma.

Decepcionado y triste, estaba cerrando la hoja de la ventana cuando una ligera voz lejana dejó escapar un suave: “te vas a marchar sin despedirte. ¿Siquiera un efímero buenas noches?”. 

martes, 16 de agosto de 2011

Domingo



Domingo
Amanezco a las una de la tarde
Entre ropas, papeles y colillas.
El sol es una astral lágrima que arde,
Que lanza sus estivales astillas.

Con la niebla matinal en la retina
Rebusco con torpeza por el suelo
Mi dosis inicial de nicotina.
Intento recordar mirando al cielo…

Cojo el pantalón, miro en el bolsillo,
Aquí no está, a ver en el otro… voilà.
Huele a frío silencio en el pasillo,
Del otro lado se escapa un ojalá.

Pregunto a las cenicientas sábanas
El por qué de esta lírica soledad,
De este puñado de ideas huérfanas
Que reclaman su espacio en la sociedad.

En mis poros el alma del siroco
Araña el verso de la madrugada
En el que las heridas del tampoco
Brotaban de entre la insomne almohada.

La solemne procesión de futuros,
Borrachos en mil miradas añejas,
Duerme por los rincones más oscuros
Náufragos en el hielo de mis rejas.

El eco del otro lado de la cama
Aviva el manantial de mis retinas,
La poesía se convierte en drama,
En alas abatidas las cortinas

En la ventana restos de primavera
Incendian el invierno de mis venas;
La vida pasa ajena por la acera.
En la ventana restos que no llenas.

martes, 9 de agosto de 2011

Por antonomasia



Por antonomasia.
Un gris portón chirría entre mis oscuros dientes
Y el nosotros se bifurca en un pasado y un jamás;
Esta guerra es insufrible sin tus ingredientes.

¿No recuerdas tus promesas? ¿Las noches a tientas?
¿Cómo arrancábamos de aquel Edén las manzanas?
¿Ya has olvidado el aire extinto de las mañanas?
¿El aletear de relojes sobre nuestras horas sedientas?

Sus manos ya no exhalan el olor de mis poros
Ha rehuido de mis grises labios su ártica piel;
Su adiós es la tinta de mis líricos tesoros.

Tengo la retina llena de llamas de acero,
Me siento como una boca de metro con sueño…
Sé que todo aquello que deseo tiene dueño,
Sucede que me he vuelto a dormir sobre un te quiero.

Pínchame con la rueca de tu ondulado pelo
Y déjame soñar sobre el lienzo de iris claros
Que elevan el mismo infierno hasta el séptimo cielo.

El corazón me hierve en mil espinosas neblinas
Y siento un baile de puñales sobre mis sienes
Que no consiguen entender por qué ya no vienes,
Por qué todo, absolutamente todo, está en ruinas.

Y vuelvo al vigésimo poema de Neruda
Y mientras releo sus dulces versos más tristes,
Te siento bajo mis manos otra vez desnuda.

Los mares se acentúan en la madrugada;
La noche se cierne sobre un capote de esquinas
Que tiritan en un jardín de ortigas y espinas…
El silencio se vuelve frágil en mi mirada.

domingo, 31 de julio de 2011

Me sumerjo en el latir de escaparates.


Me sumerjo en el latir de escaparates

Me sumerjo en el latir de escaparates,
En lágrimas bañadas en mil quilates.
Busco la agria soledad de las aceras,
El sinsabor de desgastadas entrañas.
En los rincones malditos de los bares:
Bebo, fumo y ahogo mis negras migrañas.

Balas de whisky resbalan por mis labios;
Tengo el paladar borrascoso de agravios.
Carritos de bebés y noches de alquitrán
Claman venganza en las venas de esta ciudad.
Hay un silencio colgado de las ventanas
Y un gris de antenas que asesinan sin piedad.

Está llorando triste esta noche el cielo;
El viento arde en el recuerdo de tu pelo.
Las horas pasan entre amargas facturas,
En el sello catastral de tu mirada;
Rellanos sin alma espían mi corazón
Cuando vuelvo borracho de madrugada.

Astrosas tropas perfumadas en vino
Erran hacía un ningún mismo destino.
Botines de amargura y chanclas de pena;
Los adoquines están heridos de huellas,
Buscan una huida más allá de la plata,
Del negro iris dilatado en las estrellas.

Y hallo jardines con columpios, tristeza,
Aceras, esquinas rojas y maleza.
Y los rosales cuelgan llenos de espinas,
Sus flores desatan la ira de los faros.
El asfalto se vuelve frágil al alba,
Arden sus carnes con los primeros claros.

El sol sofoca la luna con su rubor
Y el sudor gime al compás del despertador.
Nirvanas de largas piernas con tacones,
Ensueñan con los labios gastados de amar.
Tengo astillas de hormigón entre los huesos;
Estoy cansado de ser naufrago en tu mar.

viernes, 22 de julio de 2011

El viento mece la ropa tendida



El viento mece la ropa tendida

El viento mece la ropa tendida,
La eleva, la arruga y la deja caer.
Las pinzas apenas esperan nada;
Estar ahí sin más, dejarse mecer.


Se retuercen las ventanas blindadas;
Se moldean mares en los cristales.
El sol lucha por besarte en la cama,
Por adornar tus cabellos puñales.


Los recuerdos reclaman un destino;
La vida es dura, tal vez infinita…
La vida, tu vida, mi eterna vida,
Retales de una herida fortuita.


Los pájaros con alma de grafito
Amedrantan con su trinar oscuro
A un cielo cargado de negras nubes
Que se embriagan con aires de futuro.


El firmamento es una cristalera
Ahogada frente a un nocturno espejo,
Un jacuzzi de estrellas doradas
Con un cierto sabor a ron añejo.


Truenan las descarnadas olas del mar,
Besan a los guijarros con su espuma.
El marero se vuelve roja sangre
Que se desliza tras la espesa bruma.

martes, 19 de julio de 2011

Me abrazo al silencio de los buzones.



Me abrazo al silencio de los buzones.

Me abrazo al silencio de los buzones
Rebosantes de ofertas y facturas,
Y el cielo se desploma en los rincones
Donde reinas subastan sus cinturas.


Amo los besos que incendian heridas;
Siento el asfalto trotar por mis venas,
Recorrer cada punto de mis huidas.
Todo escapa detrás de estas sirenas…


Te busco en el crepitar de las puertas,
En madrugadas donde todo es ruido,
Y en el miedo de miradas inciertas
Que sueñan encontrarse en un descuido.


Blancos fusiles revientan sin piedad
En el lavabo de las discotecas,
Y neones adornan la soledad
De corbatas exentas de hipotecas.


En los parques duermen entre cartones
El hambre y el silencio de las farolas;
Los bancos se engalanan de edredones
Tejidos con luz de luna y amapolas.


Un bofetón de férreos cristales;
El dolor se vuelve espeso en la escena.
Trombas marinas arden por carnales
Pupilas de oscura heroína en vena.


Tropel de mariposas de Albacete
Y una espesa fuente de calma roja;
Duermen el día, el trotar y el jinete.
Mañana, esquelas en la primera hoja.


El aliento sudado en las botellas
Que amarga el sabor de la primavera,
Llena de agrias luciérnagas las huellas
De besos marchitos en la escalera.


La soledad de una mesa para dos;
Un trago, otro, un desfile de lágrimas.
Los recuerdos vuelven por todos lados,
Ahora el llanto no ama sin lástimas.


Con dolor carmesí adoro a la luna
Que con su espeso vómito de estrellas
Me eleva al frío plañir de la tuna
Y sacude el negro de las querellas.


Se me escapa la vida en estas rimas
De telediarios y rubias fulanas.
Y me emborracho con las pantomimas;
Omito lo que esconden las ventanas.

sábado, 16 de julio de 2011

Niebla (I)




La madrugada se había vuelto espesa; la niebla se convirtió en una cortina densa que apenas dejaba un margen a la nitidez. Desde el alfeizar de la ventana de mi cuarto, cuando ya estaba acabando mi último cigarrillo, y aunque hacía grandes esfuerzos para mantenerme despierto, pude adivinar el sonido de unos tacones haciendo quebrarse a las dormidas aceras.

El sonido era cada vez más claro, no había duda, era el tronar de unos tacones. El ruido se mezclaba con el blanco, aún mucho más blanco, que me había sorprendido cuando me decidí a regalarme unos minutos de tranquilidad y sosiego.

Después de escuchar el dulce trotar de aquellos pasos, unos segundos, apenas nada, la curiosidad, sobre quien sería la portadora, me había impregnado por completo.

“Seguro que es una rubia preciosa, con un rojo vestido de lentejuelas ceñido a un exuberante cuerpo de tobogánicas curvas, con piernas infinitas”.

Las pisadas callaron, pero sabía que estaba justo delante de mí, o muy cerca. Había perseguido  su rastro sonoro desde el primer momento que lo hube percibido.

sábado, 9 de julio de 2011

Si yo pudiese, si yo pudiera.


Si yo pudiese, si yo pudiera.

Anda, restriégate esas nubes de tormenta,
Deja que se odien los recuerdos  en tus entrañas
Y ama colérica de realidad, sedienta,
Frente a la vida y regálame tus migrañas

Anda, deja pasar a la dilatada aurora
Que acaricia la dulce cresta de los almendros
Cuando todavía  bosteza la primera hora.

El delta de la plata relincha por tus venas;
Tigres ateridos en un sueño de mil lunas
Salvajes adornadas por oscuras melenas
Susurradas en las heridas nanas de cunas.

Y es que amo la intensidad de tus frías noches;
Sueño soñado del letargo acelerado entre
Los faros derrotados del humo gris de los coches.

Un tango asustado en el fondo de las botellas
Y huellas gastadas en linfáticas rojas rimas.
Tú, enferma calma bañada en un charco de estrellas,
Triste alma de noches ahogadas en lágrimas.

Un imberbe Cortázar jugando a la Rayuela
Desde la eterna última inocencia de Pizarnik...
¡Ay! Si yo pudiese ¡Ay! si yo pudiera… 

lunes, 13 de junio de 2011

Desde las raíces hasta el pico del cielo.



Desde las raíces hasta el pico del cielo.

Desde las raíces hasta el pico del cielo
He escalado tormentas como el negro carbón
Para después dejarme caer por tu lacio pelo
Y tejer con mis recuerdos besos de algodón.

Sellé un contrato indefinido en tus miradas
Que firmé con la tinta sudada en la cama
Y un dulce amanecer de café con tostadas,
Mantequilla y mermelada de roja llama.

Arañemos los peldaños de aquel futuro
Y nosotros, ciegos, heridos de lujuria,
Alimentemos las palabras con cianuro
Y nos fuimos infectando de amarga furia.

Las olas ardieron, se volvieron espumas
Que deambulaban errantes por las noches,
Y los días despertaban ebrios de brumas,
Soñando en el asiento de atrás de otros coches.

Se volvieron silenciosos los teléfonos,
Las tempestades inundaron mis pulmones,
Y el amor se capitalizó en polígonos
Donde princesas dormían entre cartones.

La oscuridad se inflamó en tus rojas ventanas;
La humedad despertó mi inherente tristeza:
Brotaron espuelas de sal en las mañanas
Y cayó sobre si toda mi fortaleza.

Una tarde muy temprano volvió su voz:
“Le amo a mas que a nada ni a nadie en este mundo”.
Mis huesos crepitaron en un plañir atroz,
Óseas astillas cargadas de submundo.

Hoy las estrellas se emborrachan de migrañas,
La luna se pinta de cualquiera en la orilla
Y retoza lascivamente tras las cañas
Con la espesa nube de otra última colilla.

¡Ay! Si los silencios se callasen de verdad,
Si la masa mental se volviese salida…
Todo, todo para nada; la realidad.
¡Ay! ¿Por qué te has llevado mi infecunda vida?

De la calle entra el lamento de escaparates,
El galope agonizante de las aceras.
Las huellas persiguen flamantes disparates
Que se vuelven sangre al final de las caderas.

Ya no me quedan noches en donde dormir,
La oscuridad se ciñe a mis agrias entrañas.
Y es que ya es hora de decir adiós, de partir,
De borrar el camino y perder las legañas.

miércoles, 1 de junio de 2011

Contra las grandes heridas no hay vacuna


Contra las grandes heridas no hay vacuna

Contra las grandes heridas no hay vacuna;
No existe el elixir del total olvido.
Ayer descarnaba una rosa la tuna,
Y hoy se vuelve triste y sola, sin Cupido.

Me sorprenden las negras noches de siempre
Soñando en una cuna de luciérnagas
Bulliciosas que pululan por noviembre
Entre el gélido mármol de mis yagas.

Tantas despedidas en una mirada…
Me declaro culpable de estos, mis versos,
De las sienes que agotan la madrugada,
De encontrarme impreso en perversos reversos.

En el eco de una corporal nevera
Escucho mi voz entre el silencio
Que alimenta el hielo de la primavera
Floreciente de espesos campos de espacio.

De nuevo son las cinco de la mañana,
Me sorprende la blanca luna en mi techo.
Ya se ha vuelto a colar por la ventana
El recuerdo estéril de tu frío pecho.

Años, meses, días, horas y segundos,
Todo lo he perdido entre mis coyunturas.
El tiempo no es un reloj, es un instante;
La vida se fragua en sangrantes facturas.

Y si, es la verdad, no lo negaré jamás,
He hallado en otras pupilas la salida
Que avivaba el fragor de mis agrios dramas
Y hacía arder a las quimeras de mi huida.

Charcos ahogados en desinfectante
Y espinas rezando al rugir de las llamas
Que desgarran el lascivo espasmo amante
De las tormentas que hacen sudar las camas.

Un triste pasillo de dulces lágrimas
Otea un paraíso de ebrias palabras,
Náufragas en un mar de furiosas rimas;
Encabalgamiento de estrofas macabras.

Por mis venas corre un zumo de limón y hiel,
Una amalgama de caricias y besos
Que traspiran por cada poro de mi piel
Y niega el futuro a mis raidos huesos.

Seguiré anhelando frutas prohibidas,
Navegando por mares de posteridad
En busca de playas desiertas de heridas;
Oleaje de labios sin identidad.