martes, 16 de agosto de 2011

Domingo



Domingo
Amanezco a las una de la tarde
Entre ropas, papeles y colillas.
El sol es una astral lágrima que arde,
Que lanza sus estivales astillas.

Con la niebla matinal en la retina
Rebusco con torpeza por el suelo
Mi dosis inicial de nicotina.
Intento recordar mirando al cielo…

Cojo el pantalón, miro en el bolsillo,
Aquí no está, a ver en el otro… voilà.
Huele a frío silencio en el pasillo,
Del otro lado se escapa un ojalá.

Pregunto a las cenicientas sábanas
El por qué de esta lírica soledad,
De este puñado de ideas huérfanas
Que reclaman su espacio en la sociedad.

En mis poros el alma del siroco
Araña el verso de la madrugada
En el que las heridas del tampoco
Brotaban de entre la insomne almohada.

La solemne procesión de futuros,
Borrachos en mil miradas añejas,
Duerme por los rincones más oscuros
Náufragos en el hielo de mis rejas.

El eco del otro lado de la cama
Aviva el manantial de mis retinas,
La poesía se convierte en drama,
En alas abatidas las cortinas

En la ventana restos de primavera
Incendian el invierno de mis venas;
La vida pasa ajena por la acera.
En la ventana restos que no llenas.

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