martes, 9 de agosto de 2011

Por antonomasia



Por antonomasia.
Un gris portón chirría entre mis oscuros dientes
Y el nosotros se bifurca en un pasado y un jamás;
Esta guerra es insufrible sin tus ingredientes.

¿No recuerdas tus promesas? ¿Las noches a tientas?
¿Cómo arrancábamos de aquel Edén las manzanas?
¿Ya has olvidado el aire extinto de las mañanas?
¿El aletear de relojes sobre nuestras horas sedientas?

Sus manos ya no exhalan el olor de mis poros
Ha rehuido de mis grises labios su ártica piel;
Su adiós es la tinta de mis líricos tesoros.

Tengo la retina llena de llamas de acero,
Me siento como una boca de metro con sueño…
Sé que todo aquello que deseo tiene dueño,
Sucede que me he vuelto a dormir sobre un te quiero.

Pínchame con la rueca de tu ondulado pelo
Y déjame soñar sobre el lienzo de iris claros
Que elevan el mismo infierno hasta el séptimo cielo.

El corazón me hierve en mil espinosas neblinas
Y siento un baile de puñales sobre mis sienes
Que no consiguen entender por qué ya no vienes,
Por qué todo, absolutamente todo, está en ruinas.

Y vuelvo al vigésimo poema de Neruda
Y mientras releo sus dulces versos más tristes,
Te siento bajo mis manos otra vez desnuda.

Los mares se acentúan en la madrugada;
La noche se cierne sobre un capote de esquinas
Que tiritan en un jardín de ortigas y espinas…
El silencio se vuelve frágil en mi mirada.

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