lunes, 28 de noviembre de 2011

Confesiones de un soneto

Confesiones de un soneto

Yo no soy ni seré nunca un poeta.
Los estúpidos versos que yo escribo
Son sólo puñales de lo que vivo.
Mi rima está totalmente obsoleta.

Afilo en mis miedos la alevosía;
Las metáforas son artes malditas
Que reviven a las rosas marchitas.
Yo siquiera sé que es la poesía…

No busco vuestro reconocimiento,
Ni que llenes tu inmensa librería
Con palabras que viajan en el viento.

Sólo espero gaviotas en el cielo,
Un pecado que amar día tras día
Y un cajón con labios de terciopelo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Príncipes y Magdalenas



Príncipes y Magdalenas.

Esta madrugada el frío es de acero;
He subido a soñar a la azotea,
A ordenar las estrellas en el cielo
Y a escuchar el lamento de la noche.

La nocturna linfa lunar chorrea
Sobre la escarcha de un oscuro coche
Donde el amor es un aguijón de hielo
Clavado en las faldas de las prójimas
Que cansadas de tiempo y de lágrimas,
Se hunden en las babas de otro fantoche.

Las piedras hierven con la espesa llama
Que escupe el estornudo de un mechero
En el parque de los sueños vencidos,
Donde la calma huye en una humareda
De onírica paz de cielos fundidos
Que aúllan por una estelar vereda.

Con el foco artificial de un lucero,
La luna se esconde de las antenas
Que cuelgan de los lustrosos palacios
Repletos de sagaces hordas de hienas,
Latente carroña sin sentimientos
Guiada por infinidad de prejuicios.

Se podía masticar la humedad
Que susurraba el humo del cigarro.
Los besos erizaban las costillas
En la nocturna ventana del tercero
Y la melodía oculta en el barro
Se deshacía en las frías cosquillas
Que acariciaban el dolor certero
De una súplica que ardía en el cielo.

Cuando se desplomó la puerta de atrás
Ondeaba el silencio de un billete
Manchado con el lamento del carmín
Borrado con sacrílegas caricias.
Ella esperaba perdida un jinete
Que hiciera olvidar sus agrias memorias
De madrugadas bajo una farola
Y de miedos más tiernos que su vida.

“Pobres de ellas” murmuran las vecinas
Mientras las observan en las esquinas.

Los príncipes no aman dulces princesas
Que olvidan sus besos en carreteras
En que la oscuridad se hace aún más negra.

Piensan que la mar es un paraíso
De cruceros que atracan en Mónaco.
No saben del hambre de las pateras
Ni del dictador fuego maníaco
Que domina la ilusión del África.
No conocen el frío de Siberia,
Ni los bombardeos de Palestina.
Ellos saben de viajes en Iberia
Y de champán después de la lubina.

Los príncipes no aman a las fulanas
Que olvidan sus labios en otras guerras.
Los príncipes no saben de mañanas,
No saben de la lluvia ni del frío.
No saben lo que valen estas perras.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Versos de Amor y Cemento


Versos de Amor y Cemento

Un bucle magmático de pestañas,
El balbuceo de las palabras
Y el silencio entre las alimañas

El amor venía herido de nieve
Y por mis lágrimas huía su sangre.
Sus ojos se clavaban entre sombras
Y no existía la calma, sólo hambre.

Desde el vagón despedía a la luna
Que escondía entre las gélidas huellas
De la estación de las mil y una dudas
Un arsenal de besos en botellas
De caricias cada vez más desnudas.

Tras un erial de asfaltados cordones,
Quedan las espuelas heridas de amor
En un taxi que confiesa con rabia
Un humeante fantasma de dolor.
Y un piano peatonal de nostalgia
Es surcado por pérfidos tacones.

El viento mece las tercas antenas
Y en el suelo la noche se hace inmortal.
Tú, caminas con paciencia, con calma,
Y te escondes con pesar bajo el portal
Donde, plantas arriba, aplacas tú alma.

La agonía de la próxima estación
Que se ahoga en negros interruptores,
Rotos en la lucha de una jornada
Que rendida apacigua sus motores.

Conversan los edificios con versos,
Que estrellan quimeras en almohadas
Y recuerdos que requieren reversos.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Miedo

Miedo.
Miedo en el cielo,
En las ventanas.
Miedo en los árboles.
Miedo al frío de la soledad,
Al dolor de los rincones.

Miedo y después más miedo.
Miedo con sangre escarchada.
Miedo en el martes y en la cama,
En el aire que pasea en otoño
Cuando se ahoga la almohada.

Y la noche en mis retinas,
Sucias como el petróleo,
Escondida tras las farolas,
Temblando en la espuma
Que sueña sobre las olas.

En el silencio de los cajones,
En la nostalgia de una bombilla.
Miedo en las frías cañerías.
Miedo en la persiana
Cuando desnuda a los días.

Miedo en las golondrinas
Que navegan las mañanas,
Miedo en las carreteras,
Miedo en las miradas,
En el eco de las escaleras.

Miedo al olor a pólvora,
Al estallido y a la sombra.
Al perro del vecino,
Al amor sin heridas
Miedo al dolor sin vino.

Miedo ¿Por qué este miedo?
Miedo al último barco;
Vasos rotos y polvo en las huellas.
Miedo, terror, pánico
Tras la lluvia de estrellas.

Miedo al hambre sin sosiego.
Miedo y, a la tarde, más miedo.
Miedo al fusil y a la bandera
Miedo al Corán y a las catedrales,
A encontrar en unos labios mi frontera

Y beber en charcos llenos de barro;
Llueven hogueras de miedo
Que riegan este “inmundo”.
Carguen, apunten, miedo…
Miedo hasta el último segundo.