viernes, 16 de diciembre de 2011

Una mañana de otoño.

La carne vuelve al polvo como la mañana al día.
No es que no sepamos la verdad sobre la luz del sol,
Pero sólo amamos sus azotes entre la niebla,
Cuando el sedoso algodón es una masa de etanol.

Esta mañana de otoño no hay niños en la escuela,
Las señoras con carrito transportan la rutina
De huevos, pan, cebollas y dos de azúcar en el café,
Un vetusto álbum de anhelos y vuelta a la cocina.
No es ésta la vida que las  princesas de los fuegos
Soñaron cuando retozaban entre los espliegos.

Esta mañana de otoño no hay Armanis en Mercedes,
Ni una tupida Amazonia de enjaezadas plumas
Con pupilas de diamantes y un corazón de paredes
Con chirriantes ecos ocultos entre las brumas.
No hay fieros semáforos en rojo que logren parar
El balanceo de las faldas de las niñas guapas;
Lo sé, no hay quien sepa como poder decirles que no
A rosas con coletas que se escapan de los mapas.

Ni la fuente sabe de aranceles al amanecer,
Ni los pájaros, ni el quejido de amores vencidos,
Nadie sabe de las putas cuando muere la noche
Y vuelven ebrios de miasmas con pasión los maridos.

Esta mañana de otoño no hay terror en su rostro;
Hace ya horas que descansa la lluvia en la ventana.
Temo por el provenir de los famélicos versos
Que adornan los escaparates de la voz lejana
Ahogada entre eriales perdidos en los reversos.
Recuerdo con nostalgia el amor en las escaleras
Mientras la madrugada se cernía a sus caderas.

Esta mañana de otoño no hay lágrimas tendidas
De las cuerdas del quinto piso de la desolación
En donde la noche es más clara y el otoño se escapa;
La muerte sigue soñando en el andén de la estación.
Y los mendigos en la entrada del supermercado
Cierran su negra mano a un suntuoso purgatorio,
Sin otro fin que el de llevarse un estéril bocado.

Y trajes con bigotes se proclaman victoriosos
En esta guerra de activos y firmas de notarios.
Saben que están ahogados en fondos sin pensiones,
Como barco de papel al acecho de corsarios
Cansados de verse perdidos en sus pretensiones.

Esta mañana de otoño no hay tinta ni lírica,
Y diciembre me queda tan grande como la vida.
Esta mañana de otoño no hay trenes cercanías
Ni druidas que vendan ningún billete de sólo ida.
No seré yo quien calme la fiereza del estrecho
Si este mar estalla en millones de átonos átomos.
No seré yo quien espere a la ventisca del pecho
Mientras los demás siguen perdidos en el páramo.
Sé que en mi mente los negros pecados piden piedad.
No, no seré yo quién esconda el otoño de esta verdad.

2 comentarios:

  1. "..diciembre me queda tan grande como la vida..."


    Galie!!!!!

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  2. Muy bonitas esas letras,
    que pases unas felices fiestas
    feliz año 2012.
    un abrazo.

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