lunes, 13 de junio de 2011

Desde las raíces hasta el pico del cielo.



Desde las raíces hasta el pico del cielo.

Desde las raíces hasta el pico del cielo
He escalado tormentas como el negro carbón
Para después dejarme caer por tu lacio pelo
Y tejer con mis recuerdos besos de algodón.

Sellé un contrato indefinido en tus miradas
Que firmé con la tinta sudada en la cama
Y un dulce amanecer de café con tostadas,
Mantequilla y mermelada de roja llama.

Arañemos los peldaños de aquel futuro
Y nosotros, ciegos, heridos de lujuria,
Alimentemos las palabras con cianuro
Y nos fuimos infectando de amarga furia.

Las olas ardieron, se volvieron espumas
Que deambulaban errantes por las noches,
Y los días despertaban ebrios de brumas,
Soñando en el asiento de atrás de otros coches.

Se volvieron silenciosos los teléfonos,
Las tempestades inundaron mis pulmones,
Y el amor se capitalizó en polígonos
Donde princesas dormían entre cartones.

La oscuridad se inflamó en tus rojas ventanas;
La humedad despertó mi inherente tristeza:
Brotaron espuelas de sal en las mañanas
Y cayó sobre si toda mi fortaleza.

Una tarde muy temprano volvió su voz:
“Le amo a mas que a nada ni a nadie en este mundo”.
Mis huesos crepitaron en un plañir atroz,
Óseas astillas cargadas de submundo.

Hoy las estrellas se emborrachan de migrañas,
La luna se pinta de cualquiera en la orilla
Y retoza lascivamente tras las cañas
Con la espesa nube de otra última colilla.

¡Ay! Si los silencios se callasen de verdad,
Si la masa mental se volviese salida…
Todo, todo para nada; la realidad.
¡Ay! ¿Por qué te has llevado mi infecunda vida?

De la calle entra el lamento de escaparates,
El galope agonizante de las aceras.
Las huellas persiguen flamantes disparates
Que se vuelven sangre al final de las caderas.

Ya no me quedan noches en donde dormir,
La oscuridad se ciñe a mis agrias entrañas.
Y es que ya es hora de decir adiós, de partir,
De borrar el camino y perder las legañas.

2 comentarios:

  1. Galie me gusta venir por acá y releer esta poesía!



    emily1

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  2. A mi, sin embargo, me duele, me araña con su bullir las arterias y me rodea de un halo de desazón continuada, es como un fuerte ácido tedioso en el fondo de mis entrañas que consume mis ansias de pretérito.

    Si yo pudiese, si yo pudiera mi querida bonaerense...

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