Lluvia de estrellas
Esta maldita madrugada el aire hiede a muerto.
He visto caer una estrella entre los árboles;
Una negra y rabiosa rata se la
llevó al huerto.
Las aceras sucias permanecen como
ausentes
En medio del caos de este jodido
miércoles,
Que a algún criminal aún le queda
entre los dientes.
La furia rezuma de mis ya
agrietados poros
Y por mis venas se desliza un
dulce veneno,
Mezcla de rosas heridas y vacuos
tesoros.
Una matanza de huellas con ojos incendiados
Degüellan un fútil futuro entre el
gris centeno
Amortajado de aciagos y
sangrientos prados
Las estrellas arrancan los
ojos a las horas
Y éstas observan la
realidad de la nada
Que sigue siendo
imperecedera mientras lloras.
La felicidad es arrollada
por el grito
De una ajada lata que vaga
por la calzada
Mientras en las razones se
moldea otro mito.
Heridos de sueños que hoy surcan
sus negras palmas,
Imploran un pedazo de cielo
entre el cartón
Raidos sacos de huesos que
arrastran callosas almas.
La hojarasca se marchita en el apocado inverno
Que escapa del suspiro
calcinado del cañón
De corazones que navegan
hasta el infierno.
Y escupe el silbido lúgubre
de un horizonte
Anclado al deseo efímero de
las mentiras
Que pasan la vida huyendo de
su polizonte.
Del paradigma de las persianas a media asta
Bajo rojas lunas ebrias de anodinas iras
Arrasadas por pupilas que aducen un basta.
Y he vuelto a perder el humillante pasaporte
Que itera instantes bajo un idéntico techo
En otro puñetero día que olvidó el norte.
Un silencio se pierde en el atlas de mis venas,
Como fieras que despedazan mi banal pecho
En busca de existencias sin causas ni cadenas.
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