martes, 14 de febrero de 2012

Revisando los retratos de un pasado agonizante



Revisando los retratos de un pasado agonizante
Revisando los retratos de un pasado agonizante,
Me pregunto el por qué de está triste gris dicotomía.
No sé que es todo aquello que se oculta en la madrugada,
Pero estoy seguro que es por ello que se escapa el día.

Y es que esta vida se me presenta como un algo extraño,
Una esquelética garra mortal con dientes de hormigón,
Una mirada cansada en el frío espejo del baño,
Un lamento de espumas tiritando en un negro espigón.

Aún recuerdo aquella noche de noviembre en plena calle,
Donde el frío se trasladaba a mis articulaciones
Y el asfalto soñaba callado esperando a que estalle
El rugido inerte de los horarios sin ilusiones.

En silencio, sentía un latir pausado entre mis brazos;
Devoraba con esperanza la humedad de mis miedos.
Era pura alegría lo que encerraban los abrazos.

Esa luna era tan grande que apenas éramos nada,
Nada éramos aquella noche y nada somos ahora.
Poco me importa que Arturo lograra sacar la espada,
Si a mí nadie es capaz de arrancarme esta maldita espina
Forjada en yunques que agonizan donde muere la aurora.

Sé que esta tos canina tiene que ver con la ceniza
Que decora los carnosos escombros de mi memoria,
Esos con los que pintábamos corazones de tiza
En los astrales muros de los pórticos de la gloria.

Ahora no vale nada mirar atrás con nostalgia,
Despedazar las sábanas sucias buscando tu aroma,
O seguir soñando consumido por esta neuralgia
Que me hostiga mientras todo a mí alrededor se desploma.

Y no vale de nada seguir esperando sentado,
Desmenuzando el laberinto de todos los recuerdos
Que ya forman parte de aquel viejo fortuito pasado.

Pero es absurdo acabar estos versos sin tu mirada,
Sin el reflejo de la blanca luna en tu piel desnuda.
Y es que una vez acariciada tu lírica almohada
Cualquier poesía me parece una mentira muda.

Es intolerable querer escribir en plácida paz
Si la calma pasa por la lasciva guerra de tu espalda.
La realidad es que, lo quiera o no, sólo soy incapaz
De olvidar la risa del viento en los pliegues de tu falda.

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