miércoles, 30 de octubre de 2013

Guerra en la tormenta



Guerra en la tormenta

Un silencio de trigales se arma de valor en la piel.
Tropieza la noche sobre los panales de tu pecho
Y como abeja diligente me empleo en tu rica miel.

Bendices mi táctil dialecto cuando me hincas tus uñas.
Apruebas con nubosas palabras mi dactilogía
Por cada valle, sierra, pradera o barranco que acuñas.

Tu ardiente noema se vuelve radiante y hospitalario;
Arrastras el terremoto por toda la geografía
De esas infernales columnas que sostienen tu acuario.

Y cuando no puedes soportar más las bajas presiones,
Los nublos de tu mirada estallan en rayos al techo
Y llueve sobre todo el alfabeto de mis facciones.

Entonces, torpe y primitivo, buceo entre tus labios.
Abrazo la demencia de tus vocales y resbalo;
El capitán Nemo ha vuelto a romper la caja de cambios.

Entro en tu cuerpo como espíritu santo por Nazaret.
Me adentro furtivo en el fiel Vesubio de tus entrañas,
Ese que burbujea como acto final de un cabaret.

Un ciclón concupiscente arrasa con toda la razón 
Y las riberas del Amazonas se inundan con las marañas
Que segregan la atmósfera torrencial de tu corazón.

Los aurigas por el cielo con sus huellas de tormenta,
Gime el paraíso y arde la oscura caverna que encalo.
Y al final, el silencio en los truenos que tu aliento aventa.

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