sábado, 8 de febrero de 2014

No volverán.




No volverán
Millones de veces he soñado tus manos
Amasando la harina negra de este cuerpo.
Otras tantas te he imaginado desnuda,
Desgranando con tu boca lo que es cierto.

El pasado se me presenta hostil.
Sin embargo, esta guerra ya no es mía.
Creí en Dios, pero fue antes de saber de ti;
No es difícil confundir los astros.

¿Acaso no era nada tu pelo sobre mi hombro?
Es probable que el viento tenga motivos para soplar.

Las habitaciones me observaban con tu oscuridad,
Con ese panal cristalino de pupilas ausentes.
El amor, ese pudo ser quizás el mayor de los miedos.

Tú me querías, eran tus miradas y tus ausencias,
Tus ganas de todo, excepto de todo. Todo.
Todo eras cuando estabas en mi nada
Y nada es todo lo que había allí.

Entonces recuerdo cerrar las ventanas
Y dejar que el mundo muriera consigo.
No era fácil huir de la miel de tus pechos,
Casi tanto como preparar cena para uno.

En noches como las del constante ayer,
Tan silenciosas y parecidas a esta,
Te deshojé entre versos sin tocarte.
No es motivo suficiente querer a alguien
Como para someterla a nuestros deseos.

Hoy me sé culpable de haber amado de verdad,
De haberme querido embutir en una trinchera
De cosas que nada tenían que ver conmigo
Y que abrigaban tu existencia y nuestro mañana.

Ahora soy consciente de que se acabó todo el futuro
Mucho antes de que el pasado cantara al alba.
Y es probable que la encuentre a la salida del trabajo
O tal vez entre los escombros de la sociedad.
No descartaría cruzar una mirada sin saber quién somos,
Simular lo que fuimos, desear lo que pudo y no.
No sé, tal vez vivir.
Vivir como lo hacen los gusanos entre la carroña:
Alimentándose de tiempos que no volverán.

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