La paz donde solía dormir se agota
La paz donde solía dormir se agota,
Explota en bombas de whisky la soledad
Y en arcadas ácidas por la derrota,
Se llenan de malvas las caras sin edad.
Las madres engendran devueltos bolsillos
Que arderán desnudos a luz de la mañana
Sobre un cadalso de ánimas de cuchillos;
Juicio sobre el jardín de pólvora humana.
La tierra se abre y vacía sus vísceras:
Intestinos rebosantes de mentiras,
Un enfermo estomago lleno de ulceras
Y un ebrio hígado cargado de tristes iras.
Una erupción de sangre coagulada,
Perfumada con la esencia de sus miedos,
Es el vómito gris de la madrugada,
El que aplasta a la luna contra mis dedos.
El sol se desabrocha su camisa de estrellas,
Arañando el horizonte con su sombra;
La piel ardiente de almas de botellas
Y con camas nocturnas que nunca nombra.
La luz es negra y vivo rojo el recuerdo,
El silencio sobre la oscuridad del día;
Y es que este triste mundo no es para el cuerdo,
Sino para aquel que siente su eufonía.
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