Anatomía del recuerdo.
En los instantes que tras el paso de mis días pierdo,
Existen autopistas que deceleran al recuerdo,
Llenas de coágulos enmohecidos de pasado
Que enloquecen a las rabiosas hienas de mis neuronas,
Enajenan y hacen retozar mi grasienta masa gris
Por las alevosas y pérfidas ardientes hormonas.
Las madrugadas se entumecen de olvidadas caricias
Dormidas en barbitúricas camas de rojas rabias.
El corazón es un bulbo negro de oscuros rencores
Que erizan a los alveolos de mi eterna soledad.
Rencores que reabren heridas de inciertas pupilas
Naufragando en ceniceros rebosantes de enfermedad.
Mis huesos crujen, revienta el tuétano en cada beso;
Se carbonizan mis pupilas en sus celdas de yeso.
El iris se vuelve una aleación de tapices negros;
Derrotas que esmaltan el frío fulgor de mis miradas,
Derrotas, que han de hallarme en idealizados momentos
Donde aún no soñaba por lujuriosas almohadas.
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