viernes, 20 de mayo de 2011

Dando la Lata.



Dando la Lata.

Y gira, gira y da vueltas, vueltas y vueltas,
Su vacua sonoridad destroza el silencio
De las entristecidas ventanas revueltas
Y ahoga el crepitar enfermizo del juicio.

¡Ay! desnudando tus férreas caderas,
Dejando el color de tus herrumbradas carnes
Por los agotados poros de las aceras.

Juegas con el enfado dulce de las noches,
Haces silbar por entre tus huesos el cielo.
Tiemblas, te arrullas en el rugir de los coches
Que desgarran los susurros de terciopelo.

La agotada hojarasca se engalana al verte,
Se revuelve, se esparce por entre el aire,
Y Baila vestida de carmín color muerte.

En tu boca el sabor maldito de otros labios,
De unas garras que arrasaron la virginidad…
 Y giras, desterrada a la sección de efluvios
Refrescantes de las basuras de la ciudad.

Hilarantes espinas afrontan la escarcha
Que acompaña a la agria soledad del asfalto
Donde las sombras preparan su estéril marcha.
Erra valiente, si, que no te pare nadie,
Que nadie te diga que hacer, que no, ni nada.
Desnuda tu coraza, da igual que ella te odie,
Tu carne es del aroma que habita en la azada.

Y no te detengas, rueda y no pares jamás;
Haz marchitar el batir de la enferma plata,
El dolor tejido en las heridas de mamás.

Mañana es tu horizonte, el presente la verdad.
Escapas, busco, pero no está tu sonido
Abrupto que azota a la arrogante saciedad
De sujetos inertes y sin apellido.

Los árboles susurran su nocturna canción
Y a lo lejos alguien hace arder la mañana,
¡Silencio! ¡Callad!... Es ella, y ha vuelto a su nación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario