domingo, 1 de mayo de 2011

Me dijo


Me dijo
Me dijo: “Quédate, no te vayas” y yo le dije que era demasiado tarde.
Ella me prometió que volvería a por mis recuerdos;
Yo le aseguré que pronto los perdería en otra cama.
Ella me prometió que estos no tendrían ningún fin.
Yo le juré que no sabía de qué me hablaba.
Ella me prometió que nadie podría con nosotros.
Yo dibuje un abismo entre su corazón y mi sudor.
Ella me prometió que la vida recorrerá nuestras sienes.
Yo firmé contratos temporales con sábanas de seda.

Ella me ofreció su ser, yo le ofrecí mis palabras
Ella quería amarme y yo quería amarla sin mañana
Ella deseó volar por entre mis madrugadas
Yo le concedí un momento que se agotó al instante.

El tren partió destino al mar y ella dijo nunca más…
Las montañas se volvieron caparazones de serrín
Los mares eran carabelas de cemento armado
Las carreteras se abrían y se zampaban todo,
Los aviones sobrevolaban edificios en llamas
Y había bosques de cenizas que ardían en casa…

Mi cabeza ardía, se volvía inflamable en cada esquina.
Las venas se hinchaban de espinas sin flor.
El alcohol de mis neuronas vociferaba sin miedo,
Eran palabras conocidas, palabras que me ahogaban…
Recorrió mis galerías, mi montón de chatarra sin calma;
“Recuerdo el momento de las cosas que nunca sucedieron”.

Volví a abrazar su cuerpo, a fundirme en ella,
Nunca encontré un silencio más oscuro que su pelo.
Sus ojos se habían esparcido, su rostro era una esquela,
Sus carnes eran secas babosas calcinadas en el tiempo
Y su boca había volado a amplios y olvidados paraísos.
El espejo me recordó que todo fue mío y nada nuestro.
Que el nosotros se quedó en un instante marchito
Y que mis sienes comenzaban a dormirse sin sueño.
Ella me prometió que su blusa era de carmín de amor.
Yo le escupí mis recuerdos, sus lindos momentos.
Ella me devolvió un sinfín de silencios y un par de adiós.
Yo repté por entre sus piernas enflorecidas de agonía,
Le devolví mis recuerdos, mis errores y mis pasados.
Su silencio se volvió mordaz y me lanzó su último suspiro:
“Adiós. No sé quien será, pero ya no es quien algún día amó. “

Los contenedores se volvieron agrios de vida.
Los perros ladraron por mis sueños,
Enseñaban sus dientes entre espumosas babas.
Había novicias en celo que perdían su fe.
Las letrinas se cargaban de poesía interna
Y el polvo siguió siendo polvo; gris, todo gris.

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